En la columna de este mes hablamos sobre tres usos inesperados que se están dando a la inteligencia artificial. Por un lado, discutimos la posibilidad de crear música falsa, pero increíblemente verosímil, y los desafíos que esto plantea para decidir quién es el creador de una obra. Después pensamos qué puede pasar cuando las redes que hoy hackean nuestra atención dejen de depender del material generado por los humanos y puedan armar contenido a medida de lo que cautiva a cada usuario. Y finalmente, charlamos sobre la inesperada intimidad y empatía que se genera conversando con ChatGPT y las posibilidades que eso brinda para la introspección y el consejo de un «amigo».